Reivindicamos el sabotaje de un campo  de maiz transgénico experimental en la provincia de Badajoz. El domingo  19 de septiembre, varias personas hemos saboteando una plantación de  maíz transgénico propiedad de semillas Fitto en el municipio de Guareña  (Badajoz). En concreto se trataba del maíz matriculado como SF1035T,  pariente de otra variedad ya comercializada por Monsanto.
Esta acción es una pequeña respuesta a la imposición de los organismos  modificados genéticamente (OMG) por parte de las empresas  biotecnológicas y el estado.
Desde que los OMG empezaron a experimentarse, aprobarse y  comercializarse masivamente, han declarado sus creadores y promotores  que que estos OMG serían capaces de acabar con el hambre o salvaguardar  la salud humana, así como de la posibilidad de una agricultura más  limpia y eficiente. Nada más lejos de la realidad. 
Estos OMG se imponen en un contexto de: grandes empresas transnacionales que luchan por el control monopólico de semillas y químicos, los monocultivos, la contaminación genética, la desaparición del pequéño y mediano agricultor, liquidación de las economías locales, desaparición de variedades autóctonas, grandes circuitos de distribución, despilfarro y contaminación de aguas, expulsión de comunidades rurales… en definitiva, en el contexto del modelo capitalista.
Estos OMG no son compatibles con otras formas de producción y organización social basados en la recuperación de una agricultura más tradicional, que satisfaga las necesidades de las poblaciones, no de los mercados, y que no desborde los límites de los ecosistemas, sumado a la voluntad de escapar a la ilusión de asociar felicidad y consumo.
Modelos manifiestamente necesarios en  un mundo hambriento y calentado debido a su sometimiento al mercado y  al totalitarismo de los estados.
Por lo tanto estos OMG no vienen a cumplir las bondades de las que dicen  ser capaces, sino que representan otra vuelta de tuerca más del modelo  agroindustrial, que supondrá, entre otras cosas, la total expropiación a  los pueblos de su capacidad para alimentarse por si mismos.
Para la decisión final de la aprobación y posterior comercialización de  estos OMG, el estado creó la comisión nacional de bioseguridad (CNB)  dejando en sus manos el visto bueno.
Dentro de la CNB hay siete  representantes científicos, muchos de ellos ligados a la industria  biotecnológica y al lobby pro-trangenicos, siendo este sector científico  quien lleva la voz cantante en dicha comisión.Este cuerpo se debe a la  industria, no a la bioseguridad, prueba de ello los crecientes casos de  contaminación genética en cultivos de trigo o maíz. En comarcas enteras  del estado, la contaminación genética en cultivos como los antes  nombrados está asegurada.
Fuera de nuestras fronteras, estos OMG, han sido responsables de todo  tipo de desastres tales como, hambrunas, deforestaciones,  intoxicaciones, alergias y demás patologías debidas a consumo al igual  que un sinfín de de coacciones a comunidades rurales y agricultor@s por  parte de las empresas biotecnlógicas, sin olvidar auténticas masacres  producidas por la fabricación y uso de agroquímicos necesarios para este  modelo agroindustrial, del cual, los transgénicos son su última  expresión.
El decir no a los transgénicos es decir no a los males e injusticias que  hemos citado, es decir no a la imposición , no a la artificialización  de la vida, no a esta locura de progreso.
El pasar a la acción contra los OMG es una lucha legítima de todo pueblo, síntoma de su sentido común, así como de sentir la necesidad de un profundo cambio social, fruto de ser conscientes del peligro que corre la tierra (y todo lo que merece la pena) en manos del capitalismo. Quien siembre y promocione transgénicos que coseche resistencias.
			


